El guionista, novelista y director presentaba “Diecisiete” (fuera de concurso) en la Sección Oficial de esta 67 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, “una historia sencilla, sentida, desnuda, con un guión de muy pocos ingredientes y de una sola línea argumental que no pretende forzar nada”. En palabras del cineasta “esto es algo a lo que sólo me he atrevido ahora siendo más mayor, no sé si más maduro, pero sí más mayor. Mis películas anteriores son bastante más abigarradas, con muchas tramas y muchos personajes, cosas a las que agarrarte para el “si esto no te gusta, no te preocupes que tengo otra””. Al ser preguntado por sus referentes, Sánchez Arévalo menciona “El Apartamento” de Billy Wilder como “la cumbre del arte de mezclar comedia y drama”, y el cine inclasificable de Alexander Payne (“Nebraska”, “Entre copas”, “Los descendientes”) “como un cine muy pegado a la vida y a la realidad, que sabe jugar con los géneros”. Y es que el director confiesa que “a lo único que aspiro como cineasta es a intentar hacerme mejor en el oficio de contar historias, es lo que más me gusta como espectador y, por tanto, es lo que quiero hacer como director”.
De hecho, respecto a esa mezcla buscada de comedia y drama, el actor coprotagonista Nacho Sánchez incide en que “una de las claves durante el rodaje fue que en ningún momento tuvimos la sensación de estar interpretando una comedia”. Uno de los temas tratados en el film es la relación entre hermano mayor y hermano pequeño. Algo que, en cierta medida, trascendió a la propia ficción. Sánchez reconoce que “fue algo inevitable que durante el rodaje acabase tratando a Biel como mi hermano pequeño. Trabajamos con Daniel durante 2 meses previos al rodaje a base de sesiones de improvisación en las que se establecieron esos roles y vínculos. Además, ya sobre el guión, también pudimos contar con cierta libertad creativa para incluir cosas que pensábamos eran propias de los personajes”. Oyendo hablar a la pareja de actores noveles, y a la vista del buen resultado en la pantalla, Sánchez Arévalo no puede evitar reconocer “sentirse muy orgulloso de haberles podido dar con esta película un vehículo para que despeguen y comiencen a volar como actores, y sobre todo, haber sido testigo de ello”.
“Diecisiete” ha recibido una muy buena acogida tanto por crítica y público del festival, que anticipa su éxito (acotado, en cierta medida para aspirar a los Goya) en salas comerciales (4 de octubre) pero, sobre todo y como suele ser habitual en este tipo de lanzamientos, en la plataforma digital que la ha producido (18 de octubre). En este sentido, el director solo tiene buenas palabras para Netflix. “Leyeron el guión y automáticamente me dijeron que lo único que querían era preservar mi mirada en la película. La relación ha sido maravillosa, tanto a nivel creativo como a nivel de producción, donde entendieron que hacer una película pequeña no es necesariamente hacer una película barata. Ha ocurrido algo my bonito con la llegada de las plataformas, y es que se ha puesto foco en los creadores, en los contadores de historias, y en el respeto por el proceso creativo”. Al ser preguntado por el debate acerca del modelo de convivencia entre la distribución en salas y las plataformas digitales, Sánchez Arévalo subraya que “el mundo está cambiando y la manera de consumir ficción también… por desgracia es un hecho que la gente va poco al cine, y es algo que me da rabia porque yo voy todas las semanas ya que me encanta la experiencia de ver una película en pantalla grande. Pero también tengo cuenta de Netflix, de hecho tengo dos porque tengo a toda la familia, incluido Antonio de la Torre, que es como mi hermano”, bromea Sánchez Arévalo, que concluye con que “mi fantasía es que puedan convivir ambos modelos, y creo que se puede conseguir”.
La película ha sido rodada durante 8 semanas con un equipo de primer nivel en Cantabria, que el director llegó a considerar su “refugio”, y es que aunque madrileño de nacimiento “por accidente”, Sánchez Arévalo dice “llevar la región cántabra en la sangre”.
Respecto a otro de los temas tratados a través de la relación de uno de los hermanos con su perro, la película es una declaración de intenciones por la defensa de los animales, ya que “la primera decisión que tomamos fue la de que todos los perros que apareciesen viniesen de protectoras, con nuestro compromiso de encontrarles una nueva familia tras al rodaje”. Una decisión que además contribuyó a que el vínculo que surgiese entre el protagonista y el animal fuese de verdad y menos artificial al que se lograría con “perros adiestrados y resabiados”. De hecho, el actor Biel Montoro, que tras las 11 horas de cada jornada de rodaje continuaba trabajando el entrenamiento con su perro, cataloga el vinculo establecido durante ese tiempo como “indisoluble” y ha acabado adoptando a su compañero canino, y sí, le ha mantenido el nombre “oveja”.